En un mundo literario saturado de dramas existenciales, thrillers apocalípticos y ficciones que huelen a diván, David Safier aparece como un milagro profano: un autor que se atreve a tomar temas profundos y vestirlos de risa sin perder ni un gramo de sustancia. Es como ese tipo en una fiesta que cuenta el chiste perfecto justo cuando todos están a punto de llorar… y de pronto entiendes la vida un poco mejor. No es un bufón, sino un filósofo en zapatillas, armado con ironía, ternura y mucho, muchísimo ritmo narrativo.
El guionista que encontró su voz en la reencarnación (y en las hormigas)
Nacido en Bremen en 1966, Safier no empezó escribiendo novelas, sino guiones. Su carrera televisiva —con joyas como Berlin, Berlin— lo entrenó en el arte de la estructura, el timing y el diálogo afilado. Pero fue en 2007, cuando publicó Maldito karma, que su nombre pasó de los créditos finales a las mesas de noche de millones de lectores. Porque, seamos francos, ¿Quién se resiste a una novela en la que una presentadora de televisión muere aplastada por un lavabo espacial y reencarna en una hormiga?
Sí, suena ridículo. Y lo es. Pero también es brillante.
Humor con bisturí: la ironía como espejo
David Safier no escribe para hacernos reír. Bueno, sí. Pero no solo. Su humor tiene el filo de un bisturí: corta con gracia, pero revela lo que hay debajo. El absurdo no es evasión, sino revelación. ¿Reencarnar como animalillos para purgar tu ego? ¿Tener una cita con Jesús en pleno apocalipsis emocional? ¿Terminar en el cuerpo del mismísimo Buda tras un accidente en clase? Todo eso suena a comedia de enredos, pero en manos de Safier se convierte en una crítica delicada y feroz a nuestro narcisismo, nuestras religiones del yo y nuestra incapacidad crónica de amar sin condiciones.
Como si Kafka hubiera tenido sentido del humor y hubiese trabajado en una sitcom.
Personajes comunes, dilemas universales
Lo que hace tan cercanos los libros de Safier es que sus protagonistas no son héroes. Son profesores mediocres, presentadoras engreídas, adolescentes indecisos. Gente rota, como tú, como yo, como el vecino que siempre pone la música alta pero te presta azúcar cuando la necesitas. Y precisamente por eso, cuando caen en espirales de eventos imposibles, uno no deja de identificarse.
Sus historias funcionan como un juego de espejos deformantes: exagera para revelar. Deforma para mostrar lo esencial.
Una obra que transita entre el cielo y el suelo
Entre las novelas más destacadas:
- Maldito karma (2007): Donde la sátira metafísica encuentra a la tragicomedia zoológica.
- Jesús me quiere (2008): ¿Y si el hijo de Dios fuera tu ex? Una comedia celestial sin sacrilegios inútiles.
- Yo, mi, me… contigo (2010): Un viaje espiritual con cuerpo ajeno, donde el despertar interior viene con torceduras de risa.
- 28 días (2014): Su obra más seria, ambientada en el gueto de Varsovia. No hay humor aquí, pero sí la misma humanidad que recorre toda su obra.
- La balada de Max y Amelie (2018): la conmovedora historia de un perro doméstico y una perra callejera que emprenden una épica aventura para encontrar un hogar.
Una voz que cruza idiomas y fronteras
David Safier ha sido traducido a más de 25 lenguas. ¿Por qué funciona tan bien en contextos tan distintos? Porque su humor no depende del chiste local ni del guiño cultural. Lo que lo hace universal es que se mete con lo que todos compartimos: el miedo al fracaso, el deseo de redención, la necesidad absurda de que nos amen tal como somos… aunque a veces seamos hormigas.
Humor sin frivolidad, profundidad sin solemnidad
En un mundo literario que a menudo confunde profundidad con tristeza y humor con banalidad, Safier construye un tercer camino. Escribe libros que se pueden leer en la playa, pero que te siguen acompañando en la ducha, en el insomnio, en el tráfico. Libros que hacen pensar sin que te des cuenta, como una cucharada de medicina escondida en pastel de chocolate.
Y eso —seamos justos— no es fácil. De hecho, es casi alquimia.
Si vas a empezar a leer a David Safier…
- Para carcajadas metafísicas: Maldito karma.
- Para amor divino y dilemas religiosos: Jesús me quiere.
- Para una reflexión disfrazada de risa: Yo, mi, me… contigo.
- Para emocionarte sin llanto fácil: La balada de Max y Amelie.
- Para quebrarte un poco por dentro: 28 días.
Todos disponibles en físico, digital y audiolibro. Y sí, suenan aún mejor cuando los lees con una sonrisa sospechosa en los labios.
La risa como camino a lo esencial
David Safier ha demostrado que el humor puede ser más que entretenimiento: puede ser una forma de sabiduría. En sus novelas, la carcajada y la lágrima no se contradicen, sino que se dan la mano. En tiempos donde reina la crispación y el cinismo, sus libros nos recuerdan que la risa —la buena risa— es una forma profunda de decir: sigo aquí, sigo sintiendo, sigo entendiendo el absurdo de estar vivo.
Y tú, ¿te atreves a reírte de ti mismo?
















Un comentario
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