Si España fuese una cama —y a veces lo parece—, Noemí Casquet sería esa mano que corre las sábanas con descaro, que enciende la luz y te pregunta, sin preámbulos: “¿Esto es lo que realmente quieres?”. Porque lo suyo no es escribir sobre sexo para calentar páginas; lo suyo es dinamitar las normas, reescribir el placer y hacer del deseo una trinchera política.
En una época donde muchos aún se escandalizan más por una vulva dibujada que por una mentira institucional, Casquet irrumpe con un discurso que no pide permiso. Y tampoco perdón.
El periodismo que se mojó… y no metafóricamente
Licenciada en Periodismo y nacida en Sabadell en 1992, Noemí Casquet no tardó en darse cuenta de que hablar de sexualidad en los medios tradicionales era como intentar hablar de anarquía en una convención de banqueros. Se metió en la trinchera del periodismo sexual sin disfraz de eufemismos ni púdicas comillas. Colaboró con medios como El País, La Vanguardia o Elle, donde su presencia fue tan refrescante como incómoda: una especie de ventilador en una habitación cerrada con olor a rancio.
Y como el mainstream suele digerir lo sexual como quien traga una espina, decidió crear Santo Amor, su propia plataforma de educación sexual explícita. Lo que para algunos fue “demasiado gráfico”, para otros fue lo que hacía falta: un espejo donde mirar sin vergüenza lo que hay debajo de la ropa… y de los tabúes.
Más allá del orgasmo: feminismo, poliamor y verdad
Quienes creen que Casquet habla de sexo por marketing no han entendido nada. Habla de sexo porque es hablar de poder, de cuerpo, de trauma, de goce, de autonomía. Habla como quien lleva siglos callada —no solo ella, sino todas— y de repente recuerda que tiene voz, lengua, vulva y rabia.
Su enfoque está enraizado en el feminismo, pero no en el feminismo de salón ni en el que juega a ser respetable. Es un feminismo carnal, incómodo, sudoroso. Defiende el poliamor, pero no como una moda de Tinder, sino como un cuestionamiento real al amor posesivo, ese que aún arrastramos como una cadena decorada con corazones.
Y sí, habla de pajas. Literalmente. Porque si la educación sexual fuese solo sobre «cómo poner un condón«, seguiríamos follando sin saber por qué no nos gusta. Casquet habla de cuerpos vivos, de prácticas, de miedos, de orgasmos y de silencios. Todo con un estilo que es tan explícito como necesario.
«Zorras«: cuando el deseo se hace literatura
La trilogía erótica de las mujeres libres formada por Zorras, Malas y Libres no es narrativa erótica al uso. Es una declaración de guerra contra la literatura que excita solo desde la fantasía masculina. Aquí, el deseo femenino no es objeto de contemplación, sino sujeto de acción. Alicia, Emily y Diana —las protagonistas— no buscan redención ni amor romántico, buscan ser. Y gozar. Y no tener que elegir entre ambas cosas.
En Zorras, el sexo no es solo sexo. Es terapia, es rabia, es identidad. Es la forma en que estas mujeres se reconstruyen mientras el mundo sigue intentando reducirlas a etiquetas. Publicada en 2020, la novela superó las 100.000 copias y fue adaptada por Atresmedia. Lo que empezó como una novela rompemoldes terminó como serie viral. Y con razón: Casquet no escribe para complacer, escribe para despertar.
Redes sociales, comunidad y el “taller de pajas” que nunca existió
Las redes son su territorio de batalla. Allí, Noemí educa, provoca, informa y —como buena francotiradora cultural— dispara contra la ignorancia. Cada vídeo suyo acumula millones de reproducciones y un ejército de seguidoras (y también detractores) que la colocan como una de las figuras más influyentes en la conversación sobre sexualidad en el ámbito hispano.
En 2024, algunos medios conservadores se abalanzaron sobre ella por un supuesto «taller de pajas» financiado con fondos europeos. Ficción pura. Pero la indignación fue real. Porque cuando una mujer habla de sexualidad con naturalidad, siempre habrá quien la prefiera callada. Curiosamente, los mismos que no se ruborizan ante una corrupción millonaria se escandalizan por un clítoris dibujado.
Críticas, contradicciones y la virtud de incomodar
Desde dentro del propio feminismo han llegado críticas: que si mercantiliza el deseo, que si banaliza con su lenguaje, que si juega a ser gurú. Pero esa es la naturaleza de quien incomoda. Casquet no pretende ser infalible. Lo que sí pretende es abrir conversaciones que antes se susurraban —o ni eso— y hacer del conocimiento sexual un derecho, no un privilegio.
Su biología Cuerpos y Almas es quizá su obra más íntima. Allí, lo sexual se cruza con lo espiritual, lo corporal con lo trascendente. Porque si hay algo que Casquet entiende bien es que el cuerpo no es solo carne: es memoria, es historia, es herida. Y también es sanación.
Una nueva educación sexual con rostro y nombre propios
Gracias a su estilo directo, su presencia digital y su lenguaje sin rodeos, Noemí Casquet ha hecho más por la educación sexual en España que muchos programas públicos con logos institucionales. Ha devuelto la palabra “placer” al centro del discurso, sin pedir permiso. Ha mostrado que hablar de sexo no nos degrada, sino que nos libera. Y ha hecho entender a toda una generación que tener deseo no es pecado ni mercancía, sino parte esencial de la dignidad humana.
En tiempos donde lo superficial triunfa, ella va al fondo. En una cultura que aún demoniza el goce, ella lo santifica. Y en una sociedad que teme al cuerpo femenino autónomo, Noemí Casquet lo celebra como lo que es: un territorio soberano.
¿Exageramos si decimos que es una revolución andante? Tal vez. Pero si lo es, que siga caminando.












Un comentario
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