Tal vez mañana – Tal vez 1

¿Qué ocurre cuando el corazón encuentra su melodía justo en medio del desastre emocional? ¿Y qué tan lejos se puede llegar en nombre del amor sin pisotear los restos de la lealtad?

La protagonista, Sydney, comienza su historia en una cómoda ilusión: pareja ideal, amiga inseparable, futuro prometedor. Y, sin embargo, su vida colapsa como un acorde mal ejecutado. En el día de su cumpleaños descubre que su novio y su mejor amiga comparten más que secretos. La traición cae sobre ella con la fuerza de una nota aguda mal colocada: insoportable, inevitable, inolvidable.

Y justo ahí, en ese abismo emocional, aparece Ridge. Músico. Vecino. Misterioso. Sordo. Sí, sordo. Porque aquí Hoover no solo juega con el triángulo amoroso de siempre, sino que lo complica con una ironía brutal: el hombre que compone las melodías más profundas no puede oírlas.

Ridge no es un galán convencional, es más bien un hombre dividido. Ama a Maggie, su novia de años, pero se siente inevitablemente atraído por Sydney, esta joven con la voz rota pero el alma afinada. Lo que los une no es solo una convivencia forzada, sino una colaboración creativa que termina siendo una metáfora perfecta del deseo reprimido: él compone, ella canta. Él no puede oír su voz, pero la siente. Ella no quiere enamorarse, pero lo hace.

Y, sin embargo, el mayor giro no es quién termina con quién, sino cómo los personajes se reconstruyen después del temblor. Hoover nos recuerda que el amor verdadero a veces llega en el momento menos oportuno, y que eso no lo hace menos real… solo más complicado.

Porque, aunque nadie quiere ser Sydney, todos hemos sido Ridge alguna vez: divididos, rotos, incapaces de decidir entre lo correcto y lo inevitable.