Terry Pratchett: El creador de un mundo plano (y lleno de sentido)

Hay escritores que construyen mundos; Terry Pratchett los diseñaba como quien arma un reloj suizo con piezas sacadas de una ferretería cósmica. Su pluma era más bisturí que pincel, más catalejo que linterna. Porque lo suyo no era simplemente narrar aventuras en planetas imposibles, sino diseccionar, con una sonrisa en los labios y un ceño levemente fruncido, las contradicciones que nos hacen humanos.

El joven que soñaba con tortugas cósmicas

Pratchett nació en 1948 en Beaconsfield, Inglaterra, pero su mente flotaba varios metros por encima del suelo… y a veces fuera del sistema solar. A los 13 años ya publicaba relatos, y a los 23 lanzó su primera novela: The Carpet People, una especie de crónica épica sobre civilizaciones minúsculas que habitaban una alfombra. Sí, una alfombra. Así empezaba la carrera de un autor que jamás aceptaría los márgenes de lo convencional, ni siquiera los de las superficies planas.

Pero fue en 1983 cuando lanzó la piedra fundacional de Mundodisco con El color de la magia. Lo que parecía una parodia de Tolkien se convirtió en una enciclopedia del absurdo inteligente, un testamento de cómo la fantasía podía —y debía— pensar.

Mundodisco: Un espejo curvo para mirar lo recto

Mundodisco es una tortuga estelar cargando elefantes que a su vez cargan un planeta plano. No, no es una alucinación inducida por setas mágicas. Es la base de una de las series más complejas, sarcásticas y lúcidas de la literatura moderna.

Allí, un mago que nunca logra lanzar un hechizo se convierte en cronista del caos. Una bruja mandona y sabia como una enciclopedia feminista en botas, lidera covens que harían sonrojar a Shakespeare. Un comandante de la guardia urbana persigue criminales en una ciudad que haría llorar al Joker… de risa o de impotencia.

¿La ironía? Que en un mundo lleno de trolls, vampiros y dioses de pacotilla, los humanos siguen siendo el mayor misterio.

Filosofía disfrazada de chiste

A diferencia de la fantasía escapista, Pratchett escribió con los pies bien puestos en la tierra (aunque fuera una sostenida por elefantes). Su verdadera magia fue convertir preguntas incómodas en carcajadas pensativas:

  • ¿Qué es el poder sin responsabilidad?
  • ¿Es la religión una necesidad o un accidente conveniente?
  • ¿Puede la Muerte tener más humanidad que los vivos?

Pratchett respondía sin dogmas, usando la ironía como brújula y el humor como escudo. Leerlo es como asistir a una clase magistral de filosofía política dictada por un bufón que, a mitad de chiste, te lanza una verdad que no sabías que necesitabas oír.

“Buenos presagios” y la dupla con Gaiman: cuando el Apocalipsis se volvió entrañable

En 1990, Pratchett unió fuerzas con Neil Gaiman y escribieron Good Omens (Buenos presagios), la historia de un ángel y un demonio que, al estilo de dos colegas de oficina aburridos, intentan sabotear el fin del mundo.

El libro es una oda al caos encantador, una crítica al maniqueísmo celestial y una exploración del libre albedrío con más humor que doctrina. Se convirtió en culto. Y su adaptación televisiva, décadas después, confirmó que el Apocalipsis también puede tener ritmo de comedia británica.

Un caballero con Alzheimer y memoria prodigiosa

En 2007, a Pratchett le diagnosticaron una rara forma de Alzheimer. Lo anunció con la misma elegancia con la que sus personajes enfrentan dragones: sin drama innecesario, con cierta sorna británica y un compromiso aún mayor con la escritura y la ciencia.

Fue nombrado Sir en 2009. Pero mucho antes de recibir el título, ya era noble: de la pluma, del pensamiento, del compromiso social. Luchó públicamente por la visibilidad de la enfermedad y por el derecho a una muerte digna, sin renunciar jamás al humor ni al trabajo.

Pratchett: El escritor que convirtió a la Muerte en personaje entrañable

Quizás su mayor hazaña fue humanizar lo inhumano. En su universo, la Muerte habla en mayúsculas, adopta gatos y tiene una nieta. Y, paradójicamente, nos ayuda a entender la vida mejor que muchos gurús.

Sus personajes no salvan el mundo con espadas, sino con sentido común, sarcasmo y una sospecha razonable de toda autoridad.

¿Por dónde empezar?

Si uno quiere reírse con inteligencia:

  • El color de la magia, para el origen.
  • ¡Guardias! ¿Guardias?, si amas las novelas policiales con dragones.
  • Mort, para enamorarte de la Muerte.
  • Buenos presagios, si prefieres empezar con algo independiente.

Una fantasía más real que la realidad

Terry Pratchett no solo transformó la novela fantástica. Redefinió lo que significa leer para entender el mundo. En un género plagado de clichés épicos, él eligió mostrarnos que el verdadero heroísmo está en reconocer la estupidez, cuestionar la tradición y reírse del emperador, incluso si va vestido… o no.

Conclusión: Terry Pratchett no solo nos dejó libros, nos dejó lentes nuevos con los que mirar la realidad.

Y como cualquier genio, logró lo más difícil: hacernos pensar sin dejar de divertirnos. Leer a Pratchett no es escapar del mundo, es entenderlo desde otro ángulo. Uno en el que las tortugas vuelan y los burócratas son más peligrosos que los dragones.

¿Te atreves a entrar en Mundodisco?

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